"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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30-12-2014 |
Cuestión de método
Tomamos prestado de Sartre este título para referirnos a las “Notas” de Guillermo Almeyra a “La epopeya cubana” de Claudio Katz.Una cuestión de método podría plantearse en otras polémicas actuales entre nuestro círculo militante, sobre el Uruguay frenteamplista, e incluso en algunas discusiones que hemos visto sobre el papel de Lenin y sus ideas en la Revolución Rusa.
Resultará esto más claro en esta discusión concreta sobre los orígenes de la Revolución Cubana.
Ambas notas, la de Katz y la de Almeyra, son aportes valiosos a tener en cuenta. Resolver quién tiene razón se lo dejo a los lectores. Creo que la diferencia principal entre estos compañeros es la posición afectiva de cada uno hacia Cuba, Claudio se siente más “amigo” y Guillermo más “crítico”.
Si hay algo con gran carga emotiva para toda la izquierda latinoamericana es la Revolución Cubana, y por muy buenas razones. Esto no siempre deja lugar suficiente a la reflexión.
Voy a ocuparme solamente de un aspecto.
Almeyra reprocha a Katz “considerar a Cuba socialista y considerar socialistas a la Unión Soviética stalinista y los países controlados por el stalinismo, confunde indirectamente el socialismo con la estatización de los medios de producción y con el reforzamiento de un Estado centralizado burocráticamente, al estilo de la Unión Soviética”.
En realidad Katz habla de “proceso socialista”:
“ En los años 60 el castrismo rompió todos los dogmas al demostrar que un proceso socialista era posible en el continente”.
No debería ser tan extraño entender qué quiere decir Katz con “proceso socialista” para alguien de la formación política de Almeyra. Pero veamos primero lo de los “dogmas”. ¿A qué se refiere?
Por asombroso que resulte es Almeyra quien expone y asume ahora ese dogma: “ la revolución cubana no fue socialista sino una revolución democrática antiimperialista”.
Esa es la teoría de la “revolución por etapas” de los Partidos Comunistas latinoamericanos, según la cual no puede haber un socialismo inmediato en nuestros países capitalistas periféricos, primero tendremos una etapa de “revolución democrática antiimperialista” que logre el desarrollo de las fuerzas productivas dentro del capitalismo.
Recordemos que Katz y Almeyra vienen del trostskismo y su idea de “revolución permanente”, todo lo contrario la teoría de la revolución por etapas.
Pero más asombroso es el argumento de Almeyra para defender su tesis: “ Fidel Castro no era socialista ni marxista sino un dirigente radical del Partido Ortodoxo”, y continúa refiriéndose en forma similar al pensamiento y las lecturas del Che, Camilo, Raúl, etc., a los planteos de los partidos políticos de ese entonces y sus referencias ideológicas.
Esta es nuestra “cuestión de método”, el método analítico para comprender los procesos sociales y dentro de eso las revoluciones.
Para el materialismo histórico las transformaciones sociales son producto de las luchas de clases y las condiciones históricas y materiales concretas y objetivas en las que ocurre. Es de esa forma que deberíamos comprender a la Revolución Cubana.
Totalmente extraño a este método es el idealismo subjetivo según el cual las revoluciones son obra de dirigentes revolucionarios, y su naturaleza está determinada por las ideas que tengan. La revolución sería democrática y antiimperialista porque así piensan los que la hacen.
A continuación Almeyra describe el proceso del primer período de la Revolución Cubana, la escalada de enfrentamiento con el imperialismo, y la profundización de la revolución. Aunque no ahonda en las causas, la simple enumeración alcanza para dar por tierra su propia caracterización. La Revolución Cubana no fue una “revolución democrática y antiimperialista” desde el momento que no respetó la propiedad privada burguesa (excepto en un sector de la propiedad agraria, en que además difiere del proceso estalinista).
Rompe los ojos que ese proceso revolucionario no respetó el esquema de “revolución democrática antiimperialista” postergando la construcción socialista para después de un desarrollo capitalista.
Nada más apropiado para mostrar el error del planteo idealista subjetivo en el análisis de los procesos sociales (según el cual “el ser social es producto de la conciencia social”) que este caso en que la fuerza de los hechos hace que una revolución siga un camino totalmente diferente a lo que sus dirigentes pensaban. El proceso social no ocurre a partir de esas ideas sino a pesar de ellas.
En verdad, si en algo no estamos de acuerdo con Katz es en eso de “el castrismo rompió todos los dogmas”, porque fueron los dogmas de esos dirigentes los primeros en ser rotos por la realidad.
Su mérito -y no es nada menor- es haber reformulado sus ideas sobre la marcha y a partir de la realidad, eso que es lo que algunos les echan en cara. Esa actitud suya de realismo crítico, y no sus errores que los tuvieron como cualquiera, es lo que deberíamos aprender.
¿Resultó “socialista” la Revolución Cubana? Almeyra comienza definiendo “socialismo”... “federación de libres comunas asociadas y la autogestión social generalizada con plena democracia para los trabajadores libremente organizados. En el socialismo los consejos de obreros y campesinos construyen desde abajo un Estado democrático de transición que impida la creación de aparatos burocráticos y vaya debilitándose y desapareciendo ...” etc.
En términos generales estaríamos de acuerdo, y muchos tambíen, incluso aquellos jóvenes revolucionarios románticos que derribaron por las armas la dictadura de Batista.
Lo que en realidad quiere decir Almeyra es que él rechaza el concepto de “socialismo” propio de la burocracia soviética. Pero aquellos jóvenes cubanos también lo rechazaban, y como porque esa era la acepción de “socialismo” en esa época, no denominaban así su idea revolucionaria.
Cuando luego dicen ser “marxista-leninistas” se mezclan allí lo bueno y lo malo.
Su pensamiento original podría ser un caso de “socialismo utópico”, y lo mismo Almeyra también aunque recurra a la autoridad del fundador del socialismo científico.
En el proceso de transformación revolucionaria también se transformaron drásticamente las ideas de los dirigentes de la revolución. La teoría científica del socialismo pasó a ser un un eje su programa político. Pero también, y como producto de la época, lo que tomaban del marxismo venía contaminado de estalinismo.
Nuevamente, no es lo principal. Lo es lo que efectivamente hacían y por qué. En cuanto a la racionalización de lo que hacían, lo que pensaban que hacían, lo debemos explicar a partir de su práctica concreta y no derivar la realidad -no solo cubana sino mundial porque Cuba estaba inserta en el conflicto mundial de esa época- a partir de las ideas de un grupo de revolucionarios cubanos que iban cambiando sobre la marcha.
Vengamos al presente. ¿Hay “socialismo” hoy en Cuba?
Ni los defensores más entusiastas del actual gobierno cubano sostendrían eso, lo que hay en Cuba es lo que queda del colapso del llamado “socialismo real” con las particulares específicas del caso cubano como periferia de ese sistema, que ahora se reflejan en la resistencia a la restauración del capitalismo típico. En esta fórmula hemos querido reflejar la complejidad del tema, o sea:
1- Hoy nadie sostiene que en Cuba haya “socialismo”, pero la palabra se sigue usando en el sentido de adhesión emotiva. Hubo el intento de crear un socialismo.
2- Y el sentido de esa palabra era tomar por tal, y eso hicieron los cubanos, al sistema soviético. Nuestro juicio sobre ese intento cubano dependerá en parte del juicio que nos merezca ese sistema. Si decimos que no era socialismo, nos quedan tres teorías.
3a- “Estado obrero deformado” . Katz está dentro de esta tradición trotskista clásica, y su libro “El porvenir del socialismo”, que tiene un capítulo especial muy interesante dedicado a Cuba, sigue en esa línea. La sociedad soviética sería una sociedad “de transición al socialismo” cuyo proceso ha sido bloqueado y deformado por distintos factores internos y externos; el poder es usurpado por una capa burocrática pero se conserva la propiedad de los medios de producción en manos del Estado. Para avanzar al socialismo se requiere una revolución política anti-burocrática conservando esa forma de propiedad. Muchos compañeros venidos del trotskismo han abandonado ese planteo. Rolando Astarita, del cual vimos una reciente serie de artículos en Posta Porteña, hace una crítica muy aguda a la teoría de la ortodoxia trotskista.
No es el caso de Katz. Hace un análisis de la evolución de lo “estados obreros” y sus cursos diferentes para ver las razones por las que se produce la restauración del capitalismo típico, y caracteriza a Cuba como un caso de “restauración bloqueada”: se tiende a esa restauración por las mismas causas generales de los otros casos, pero las condiciones específicas de Cuba hacen que eso se frene.
Su nota “La epopeya cubana” continúa esta línea de pensamiento. Por lo tanto una crítica a esa nota -y a su tratamiento del caso específico cubano- debería hacerse dentro del marco de la crítica general a esa concepción trotskista ortodoxa, en función de lo efectivamente ocurrido con el llamado “socialismo real”. Katz mantiene las bases de esa teoría pero reconoce sus dificultades, sin abandonarla hace una discusión de sus límites.
Un compañero del Partido Igualdad Chile (Miguel Silva. Futuro de Cuba ¿Che o Raúl?) objeta a Katz eso de que la alternativa que se plantearon los cubanos sea un alto nivel de complementación productiva con los países de Europa del Este para lograr en Cuba un desarrollo que fuese el piso del socialismo. Para Miguel hay otra: el desarrollo de la revolución mundial.
¿De qué estamos hablando? También los bolcheviques pensaban que su revolución dispararía la revolución del proletariado europeo, pero no ocurrió. Precisamente porque no ocurrió es que se instala la polémica sobre el “socialismo en un solo país”.
Hubo un momento en que la dirección cubana apostó al desarrollo de la revolución latinoamericana, pero de una cierta manera. Jorge Torres (fundador del MLN) en “Cuba y el Che. La ruta mágica” hace una crítica durísima a esa estrategia cubana concreta que condujo al fracaso, y la que hace responsable de la inmolación de una gran cantidad de luchadores, lo más destacado y lúcido de una generación.
Luego de esa derrota, por el “factor de escala”, la alternativa no era el “socialismo en un solo país” sino el “socialismo de periferia colonial” con sus relaciones de dependencia y las gravísimas consecuencias ulteriores, cuando cayó la URSS. Podemos responsabilizar a la dirección cubana por construir su propia trampa, pero eso es otro tema.
Preferiríamos una dirección cubana que condenase abiertamente la intervención soviética en Checoslovaquia, que se solidarizase con el zapatismo en vez de privilegiar la relación con el gobierno de Salinas de Gortari, o que apoyase hoy la lucha de los kurdos en vez de pensar en las buenas relaciones con Turquía. Somos partidarios de la dignidad y no del oportunismo. Pero más allá de eso, la lucha no es en el pasado sino en el presente. Ninguna política cubana incidiría hoy gran cosa en la realidad mundial.
El problema principal que ha enfrentado el trotskismo ortodoxo es su expectativa en la revolución política antiburocrática mediante una rebelión obrera en los países del “socialismo real”. Ernest Mandel, un referente de Katz, sostuvo firmemente que la restauración del capitalismo típico alli solo sería posible por intervención militar de los países imperialistas, y las masas obreras defenderían el régimen imperante.
3b- “Capitalismo de estado” . Nos hemos tomado la libertad de poner “capitalismo típico” donde esos autores dicen simplemente “capitalismo”, porque queremos dar lugar a otra teoría, sostenida con diferentes matices por Alex Callinicos (también trotskista pero de otra rama) o Charles Bettelheim, que el sistema soviético es una variante del capitalismo. Hay muchas versiones y un abanico de matices, desde casi borrar esa distinción de “capitalismo de estado ” (ya que siempre hubo una burguesía privada remanente sea en la forma china de “clase aliada”, en la forma soviética de “kleptocracia” de burócratas corruptos que en realidad eran burgueses semi-clandestinos, o la cubana de “burgueses de intersticio”) a otras que casi borran la diferencia con la teoría que veremos a continuación, de “nuevo modo de producción”. Harry Braverman, el obrero de Detroit que es el marxista más descollante en teoría de la organización del trabajo, sostiene que el sistema soviético es la ruptura del capitalismo en el modo de distribución, pero no en el modo de producción estrictamente hablando, el sistema de organización y dominación del trabajo.
Guillermo Almeyra parece ser partidario de esta caracterización, capitalismo de estado, por algunos de sus planteos. Conviene tener cuidado con la aplicación de una teoría a la realidad, sobre todo en un caso como Cuba. Veamos un aspecto.
Bethelteim, autor de la extensa e ineludible “Las luchas de clases en la Unión Soviética” y uno de los defensores más solventes de la teoría de “capitalismo de estado”, hace hincapié en la existencia del “expansionismo soviético” consecuencia de la necesidad de acumulación del capital, como un fuerte argumento a favor de su teoría. En su polémica con Paul Sweezy (de quien hablaremos más abajo) niega que la causa principal del enfrentamiento de la URSS con el imperialismo occidental sea la política agresiva del imperialismo hacia la URSS (que es lo que dice Sweezy) y sostiene que es al revés: la necesidad expansiva de la URSS es por su naturaleza capitalista.
Como sabemos, las estructuras de los distintos seres vivos son diferentes, y el factor escala es determinante. La fisiología del elefante no funciona en el mosquito, ni al revés. La relación numérica entre el cubo y el cuadrado determina lo que es posible para cada estructura funcional, no puede haber insectos gigantes ni mamíferos microscópicos por la relación entre la masa corporal y la superficie de contacto con el exterior para cada tipo de estructura. Lo mismo en las formaciones sociales.
Nadie en su sano juicio diría que los conflictos de Cuba con EEUU se deben a la necesidad expansiva de la buro-burguesía cubana en el mercado mundial compitiendo con los capitalistas yanquis. Y si una teoría general no puede aplicarse a un caso concreto no podemos recurrir a esa teoría para deducir de ella la interpretación del caso concreto. Lo mismo en otros aspectos de esta interpretación teórica.
¿Por qué, si son meras variantes de un mismo fenómeno, Cuba evolucionó en un sentido diferente a los otros casos?
¿No hubiese sido más racional para la buro-burguesía cubana llegar a un acuerdo con el imperialismo yanqui cuando colapsó la URSS, si lo que busca es un desarrollo burgués y llenarse los bolsillos?
3c- “Modo de producción de tipo soviético” . El título es vago y no dice nada, pero los que defienden esta teoría no son ningunos nenes, Samir Amin, Paul Sweezy y otros. También pondría aquí a Rolando Astarita. Ya mencioné a Braverman. Y siendo honestos, es con quienes yo me siento más afín.
Esta teoría se diferencia de la de “estado obrero deformado” porque considera que en el llamado “socialismo real” hay una clase dominante que explota a los trabajadores a través de la extracción de plusvalor, y los oprime por medio de un estado que es una dictadura de clase contra ellos. Y no simplemente una “capa privilegiada” dentro de la propia clase trabajadora, “excrecencia temporaria”, como sostiene el trotskismo clásico (y también otras variantes, como el uruguayo Gabriel Labat).
Y se diferencia también de la de “capitalismo de estado” porque sostiene que ese modo de producción no es capitalista , sus diferencias son sustantivas.
Hicimos una breve reseña de las teorías interpretativas sobre el “socialismo real”, hay otras. No vamos a hacer una discusión exhaustiva. Solamente queremos afirmar que cualquier interpretación del proceso cubano debe ser consistente.
De modo que voy a terminar esta nota diciendo muy escuetamente lo que pienso que podría pasar en Cuba, conciente de las incertidumbres inevitables.
a- No estoy de acuerdo con los compañeros que solo ven motivo para festejar en la liberación en los últimos 3 de los 5. Aunque el bloqueo no haya sido totalmente roto todavía, ya no hay duda que lo será. Y eso es claramente una victoria.
b- Hay una estrategia del imperialismo alternativa al bloqueo, un plan B, y es muy importante. Se basa en las debilidades largamente acumuladas en Cuba. Pero esa estrategia alternativa quiere decir que el plan A fracasó, la apuesta al derrocamiento del gobierno por un proceso similar al de Rusia y Europa del Este.
El plan B puede caracterizarse como “ UNA CHINA DE BOLSILLO” .
¿Qué hay de común entre Cuba, México y Haití? Un ejército industrial de reserva en condiciones de ser explotado.
¿Qué hay en Cuba que no hay en México o Haití? Un estado que no es un estado fallido. Un dispositivo de regimentación de esa fuerza de trabajo que, procesando gradualmente un acuerdo de conveniencia, usando las debilidades cubanas manifiestas, podría permitir por negociación lo que no se obtuvo por la fuerza. Nosotros no somos los únicos en anotar los casos de oportunismo de la dirección cubana.
La suma de esos dos elementos fue precisamente lo que se dio en China y explica su proceso. Esa es la apuesta imperialista.
c- Pero la “China de bolsillo” no es China. Otra vez, el factor de escala.
Hay una relación de tres elementos. El capitalismo privado (nacional e internacional). Una burocracia de corte burgués que controla el estado. Los trabajadores.
Lo que permitió el empuje de China fue la capacidad del estado como regimentador de la fuerza de trabajo y de control del mercado capitalista y la inversión. Los trabajadores fueron un elemento casi totalmente pasivo que recién está despertando. Eso permitió el crecimiento sostenido de China en forma capitalista. Y eso de ahora sí es capitalismo de estado . El control del estado sobre la competencia capitalista típica es precisamente lo que le permite regimentar mejor a los trabajadores.
Cuba es totalmente diferente. El estado de corte bonapartista ha podido controlar la situación hasta ahora no por su propia fortaleza sino por la debilidad de los otros actores en la escena. Debió buscar permanente el apoyo popular para no ser avasallado, debido a su propia debilidad. El estado cubano no tiene ninguna forma de resolver ese dilema.
Por supuesto que pueden hacer cosas muy negativas, de la misma forma en que un preso que recupera su libertad al salir de la cárcel puede también hacer cosas terribles. Aunque no confiemos, igual festejamos su libertad. Si quería convertirse en colaborador podía haber comenzado también en la cárcel.
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